La Sala de Historia de la Medicina de la Biblioteca Médica: quince años redescubriendo el pasado
por
Nora Helena López Calle*
Las bibliotecas, al igual que los organismos vivos, se van formando de a poco, desde su misma concepción en la mente de soñadores en paraísos cubiertos de libros, pasando luego por las distintas etapas del crecimiento: un nacimiento doloroso pero siempre bienvenido, una infancia llena de promesas, la adolescencia con sus inquietudes y alegrías y la edad adulta en la que prevalece la sabiduría, pero es un crecimiento en el que se elimina la última de las etapas, la vejez, porque no concebimos bibliotecas ancianas sino maduras por el cúmulo de experiencias y conocimientos que han ido adquiriendo a través de los años.
Y así se forjó nuestra Biblioteca Médica: nació al mismo tiempo que la Facultad de Medicina en 1871, cuando sus fundadores intuyeron que no era posible formar profesionales sin el respaldo de una adecuada colección de materiales de estudio; y al igual que su progenitora, la biblioteca se fue fortaleciendo con el tiempo mediante la incorporación de colecciones, unas adquiridas con sus propios recursos, otras recibidas en herencia como la proveniente de la Academia de Medicina de Medellín que le dio el espaldarazo definitivo para convertirse desde sus inicios en una de las más prestigiosas y completas del país. En esos primeros años, la Biblioteca tuvo un acento netamente francés en sus colecciones, ya que eran franceses los médicos que en ese entonces señalaban el rumbo de la ciencia.
Durante casi un siglo, desde 1871 hasta 1953, la Biblioteca estuvo a cargo de destacadas figuras de la medicina antioqueña que, con mística y generosidad, contribuyeron a su crecimiento, estuvieron presentes en su nacimiento, su infancia y su adolescencia, dotándola de un carácter y de un estilo que la han acompañado hasta el presente. La filantropía fue su rasgo inicial y su vocación de servicio se hizo evidente con el doctor Julio Tobón R. director de la Biblioteca a principios de los años cincuenta; quien de su propio peculio adquiría los textos que los estudiantes requerían y los prestaba a domicilio. Ahora que estos gestos no se repiten porque las Bibliotecas de la Universidad disponen de un presupuesto generoso, continúa inalterable ese afán de servir sin reparar en sacrificios o anteponer intereses personales.
1953 marca una fecha definitiva en la consolidación de la Biblioteca, ya que es el inicio de su edad adulta pues es el año en que se nombra por primera vez como directora a una profesional en Bibliotecología, Dora Seltzer, quien la organiza técnicamente; a partir de ahí sus colecciones se enriquecen y recibe apoyos internacionales, entre ellos de las fundaciones Rockefeller y Kellog que le permiten formar una valiosa colección de revistas y adquirir tecnología de la época; en fin, la biblioteca atraviesa por un período de bonanza y esplendor que la convierte en un referente nacional y que se prolonga en el tiempo con la dirección de Melba Aristizábal.
Con la creación en 1969 del Departamento de Bibliotecas, la Biblioteca Médica entra a formar parte del sistema, pierde su autonomía y, en cierta forma, también las ventajas de depender administrativamente de una facultad poderosa y reconocida, pero gana en integración a una dependencia de la universidad exclusivamente dedicada al suministro de información para apoyar sus programas docentes, investigativos y de extensión.
En esta época de madurez, la Biblioteca Médica vive momentos de contraste: del esplendor de los años 50 pasa a los difíciles de los años 80, cuando los recursos del Departamento de Bibliotecas caen abruptamente y no es posible incluso, adquirir los textos más elementales de la medicina, al igual que su importante colección de revistas se ve interrumpida; es la época en que como graciosamente decía el Dr. Arturo Salgado: “En esta biblioteca todo es viejo, hasta sus empleados”. Y nuevamente, vive la bonanza a partir de 1992 cuando la Universidad dota al Sistema de Bibliotecas de un presupuesto fijo y creciente.
¿Y cuándo surge la idea de una sala patrimonial para la Biblioteca Médica? Yo creo que siempre estuvo presente en la mente visionaria de quienes dirigieron la Biblioteca porque conservaron sus ejemplares más antiguos sin caer en la tentación, muy común en nuestro medio, de desecharlos en aras a la modernidad. Pero fue AMPARO RESTREPO MORENO, directora entre 1975 y 1992 quien tuvo la idea de crear un espacio destinado para ello. A esa sala que tenía el llamativo nombre de “JUAN CANCIO”, fueron llevados los libros más antiguos y, poco a poco, fue formándose una respetable colección con la idea de que estuviera al servicio de los estudiosos en el tema.
Amparo alcanzó a realizar acciones significativas como la selección de los materiales ya almacenados en la Sala, y para ello, llamó a los integrantes del Comité de Historia de la Medicina de la Facultad y a eminentes profesionales de las distintas especialidades que dieron su concepto. Doctores como Marta Lyliam Correa, Alberto Betancur, Juan José Sarmiento, Juan José Acosta, Tiberio Álvarez, Jorge Holguín y muchos otros igualmente generosos con su tiempo fueron impulsadores de la idea y partícipes en esta etapa de formación.
Pero Amparo no pudo terminar su tarea porque fue trasladada a la Biblioteca Central en 1992 y me correspondió a mí, como su sucesora, hacer realidad su sueño; sin embargo, fue ella la artífice de la creación de una Sala que reunió en forma organizada y funcional la importante colección que la biblioteca tenia diseminada en diferentes lugares. Fue su sensibilidad, su profundo amor por la historia y su reconocida capacidad profesional lo que hizo posible esta realidad.
Un hecho clave marca la implementación de la Sala y fue la alianza con la Escuela Interamericana de Bibliotecología para desarrollar una tesis denominada “Proyecto para la creación de la Sala de Historia de la Medicina en la Biblioteca Médica de la Universidad de Antioquia”, a cargo de las estudiantes María Ciliria Caro Duque Y Nancy Astrid Suárez Aguirre. Esta tesis, elaborada en el transcurso del año 1993 sentó las bases para su organización y funcionamiento mediante un estudio serio, técnico y rigurosamente elaborado.
Las estudiantes realizaron una investigación, tanto en el ámbito nacional como internacional, para conocer el estado del arte en esta materia y así pudieron detectar que en el campo nacional solo se contaba con colecciones de historia de la medicina en la Universidad Nacional de Bogotá y en la Universidad de Caldas, en esta última más de carácter personal que institucional, pero ninguna de las dos organizada técnicamente. En el exterior se apoyaron en las políticas de la más importante colección a nivel mundial: La National Library of Medicine, de Washington. Precisamente de ella adoptaron la norma de considerar como histórico todo material bibliográfico anterior a 1950, sin argumentaciones de ninguna otra índole.
Aparte de la definición de lo que se considera material histórico, la tesis aportó los lineamientos para el funcionamiento de la sala como son los objetivos, las funciones, el personal, los usuarios, la preservación y conservación del material bibliográfico, el procesamiento técnico y los servicios a implementar.
Para determinar el perfil de usuarios y el tipo de servicios, las estudiantes se apoyaron en una encuesta, así como en los existentes en la propia biblioteca médica y los que funcionan en otras Salas, principalmente en la ya mencionada National Library of Medicine.
Puede decirse, entonces, que 1993 es el año de creación de la Sala de Historia de la Medicina porque con los elementos proporcionados por las estudiantes de la Escuela Interamericana de Bibliotecología, se tomó la decisión de dar inicio formal y oficial a este sueño. Con el concurso de todo el personal de la biblioteca médica, contando con su enorme mística y su reconocido sentido de pertenencia, se iniciaron los trabajos: de manera rápida se configuró la colección, tomando como base la fecha de 1950 hacia atrás y como temática la estrictamente médica, lo que dio lugar al traslado a otras bibliotecas, entre ellas la central y la de odontología, de sus materiales respectivos. Los libros fueron organizados en los estantes de acuerdo a su clasificación y se formó un fichero aparte con los registros del material existente.
Decirlo ahora resulta sencillo, pero fueron interminables y agotadoras las horas destinadas a darle forma a esta colección, moviendo estantes, reubicando libros, separando los que requerían algún tipo de conservación en medio de un ambiente cargado de polvo no solo por la antigüedad misma de los materiales sino por el abandono al que estuvieron sometidos durante largo tiempo, lo que nos obligaba a protegernos con guantes y máscaras. Muchos empleados del hoy Sistema de Bibliotecas de la Universidad aportaron no solo su trabajo incansable sino que fueron protagonistas de primer orden en la concreción de este sueño.
Ahora sí podíamos ufanarnos de tener una verdadera Sala de Historia y, de hecho, su inauguración se efectuó el 8 de noviembre de 1993, pero aún nos faltaba un componente muy importante: el personal especializado, y es así como en 1994 se nombra un historiador para que se haga cargo de ella; se designa a Fredy Valderrama Cáliz, quien desde esa fecha ha sido su conductor; su título de historiador, sus contactos con los colegas de la profesión, su afán por posicionarla en el lugar que se merece, han posibilitado los logros obtenidos.
El paso siguiente fue la automatización de las colecciones utilizando el sistema OLIB, trabajo realizado por el bibliotecólogo Carlos Cadavid, quien con sus conocimientos y su experiencia en bibliotecas médicas, enriqueció los registros existentes.
Pero esta historia estaría incompleta si no mencionáramos a las personas que la hicieron posible aparte de los ya enunciados; aquí aparecen en este recuento los decanos y directores del Departamento de Bibliotecas y de la Biblioteca Médica, los miembros del Comité de Historia de la Medicina, de la Academia de Medicina de Medellín, los integrantes de las Facultades de Historia de la Universidad de Antioquia y Nacional y todos aquellos investigadores que con su presencia, sus cuestionamientos, sus sugerencias le han dado vida y sentido a esta sala.
Y cómo no mencionar también de manera destacada a quienes son los verdaderos protagonistas de esta aventura del saber: Los libros. Libros de medicina sí, todos ellos, pero con características únicas, verdaderas antigüedades como La Opera Omnia, escrita por Marcelo Malpighi y publicada en latín, en Londres en 1686, el libro clásico de Andre Vesale: De Humani Corporis; un tratado completo de la anatomía del hombre: Anatomía de Testi, que es a la vez una auténtica obra de arte, escrita por Leo Testud; el trabajo de Tomás Quevedo Restrepo de 1833 en el que describe la legendaria forma de realizar la trepanación del cráneo desde los Incas hasta su época, y donde detalla la primera neurocirugía que se hizo en Medellín y en Latinoamérica.
Revisando los antiquísimos estantes encontramos también la primera tesis de grado de la Facultad de Medicina y Cirugía, una contribución al estudio del tratamiento de la Infección Puerperal, escrita en 33 páginas por Francisco Gómez E. en 1897 y la primera publicación de la Facultad de Medicina: Anales de la Academia de Medicina de Medellín y tantas y tantas otras obras de incalculable valor científico y médico, que sería interminable enumerar; son cerca de 10.000 volúmenes en los que se conjuga lo mejor de la medicina francesa con los albores de la antioqueña y la colombiana.
Por entre sus estantes desfilan permanentemente investigadores ávidos de leer en las fuentes originales, animados por diferentes motivaciones: ya sea por el interés de conocer los fundamentos de la medicina que les sirvan para validar las evidencias, o con fines de publicación de trabajos científicos, libros o tesis que, como la del Doctor Adolfo León González Rodríguez, “Los modelos educativos, las disciplinas, los saberes y las practicas en la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia 1930-1970”, fue laureada por la Universidad Nacional después de 12 años en que ningún trabajo recibía esta distinción, o simplemente por el placer de develar un pasado rico en hallazgos.
En estos quince años se han realizado diversas tareas que se ajustan perfectamente a los objetivos trazados desde sus inicios: promoción de sus colecciones entre la comunidad universitaria, particulares e interesados en el tema, fomento de la historia de la medicina en nuestro medio, participación en eventos del área, contacto directo con sistemas de información, entidades y personas dedicadas al tema, realización de tertulias y conversatorios, suministro de servicios de asesoría, consulta y localización de información. Y todo con una finalidad: darle vida a una colección que es un auténtico patrimonio nacional y que tiene mucho que aportar al desarrollo científico de nuestro país.
Pero superada esta etapa inicial en la que se forjó su destino, la Sala enfrenta nuevos desafíos: debe abrirse al exterior, poner sus colecciones más representativas en internet, establecer convenios de cooperación con las más importantes colecciones patrimoniales de todo el mundo, servir de laboratorio para la creación de salas similares en el país, tecnificar la preservación de sus materiales, tareas que seguramente enfrentará con la mente dispuesta a la apertura y al cambio, como ha sido tradición en la larga historia de la Biblioteca Médica.
Han sido quince años de satisfacciones, de aprendizajes, de experiencias; en estos años todo ha sido ganancia, hemos abierto una senda en el país en un campo aún inexplorado pero de enorme potencialidad, hemos contribuido a difundir nuestra historia médica, hemos enriquecido el acervo bibliográfico y sobre todo, hemos podido servir de puente entre los estudiosos y amantes del tema y su materia prima que son los libros. Por ello, hoy podemos decir con orgullo que somos constructores de nuestra propia historia.
Una historia hecha de esfuerzos, de compromiso, de sueños y de un enorme sentido de respeto por el pasado, orgullo por el presente y optimismo por el futuro de una Biblioteca que es emblema de la medicina antioqueña.
Colección Patrimonial "Historia de la Medicina"
* Artículo de Nora Helena López Calle, Ex Directora del Sistema de Bibliotecas, con motivo de los 15 años de la Colección Patrimonial de Medicina.
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